Published OnFebruary 13, 2025
El Símbolo y la Tiranía en La Casa de Bernarda Alba
La Casa De Bernarda AlbaLa Casa De Bernarda Alba

El Símbolo y la Tiranía en La Casa de Bernarda Alba

Este episodio analiza cómo Lorca utiliza simbolismo y personajes para criticar la represión y las rígidas normas sociales en "La casa de Bernarda Alba". Desde la tiranía de Bernarda hasta la rebelión de Adela y los conflictos internos de las hijas, exploramos los deseos reprimidos e imposiciones sociales que llevan a la tragedia. También profundizamos en la función de los personajes secundarios y el poder de los símbolos como el caballo y la luna.

Chapter 1

La Tiranía de Bernarda Alba

Sofía Martín

Cuando hablamos de Bernarda Alba, estamos frente a una protagonista que encarna, casi como un personaje simbólico, el peso de las normas sociales más rígidas de una España tradicional. Bernarda no sólo lidera su casa con mano de hierro, sino que representa esa idea opresiva de que la apariencia lo es todo, que importa más lo que los vecinos piensen que lo que realmente pasa en su hogar, ¿no?

Sofía Martín

Pensemos un momento en su obsesión por el qué dirán. Desde el primer minuto, Bernarda impone un luto que no es solo un homenaje al difunto, sino una forma de controlar cada aspecto de la vida de sus hijas. Ocho años —¡ocho!— donde las paredes blancas y su bastón negro simbolizan la vigilancia constante. La casa, en ese contexto, se vuelve una prisión, y Bernarda el carcelero. Y claro, cualquiera se volvería loco, o peor, desesperado.

Sofía Martín

Pero no podemos evitar notar que esta obsesión muchas veces viene de su miedo, de un miedo profundo a las habladurías, a perder ese aura de superioridad. Porque a Bernarda no le basta con ser una autoridad en su casa, también necesita mantener esa imagen de perfección social por encima de vecinos y conocidos. Su frase, “Cada uno sabe lo que piensa por dentro, pero quiero buena fachada”, lo dice todo. ¿Se imaginan vivir bajo esa presión?

Sofía Martín

Lo trágico aquí es cómo esta obsesión con las apariencias crea los conflictos más brutales dentro de su familia. Sus hijas, con personalidades tan diferentes, se enfrentan a esta represión de maneras únicas pero igualmente dolorosas. Bernarda no quiere ver, no puede admitir las pasiones, los deseos, ni la humanidad de sus hijas. Incluso al final, cuando ocurre la peor tragedia, insiste en que Adela ha muerto virgen, intentando salvar esa imagen... esa fachada que tanto protege, aunque ya nada tenga sentido.

Chapter 2

Clashing Desires in a Locked House

Sofía Martín

Entonces, con todas atrapadas en este riguroso luto de ocho años, la casa de Bernarda Alba no tarda en sentirse como, no sé, una olla a presión sin válvula, ¿verdad? Es que ni siquiera tienen una salida. Las mujeres están, literalmente, encerradas y limitadas por la voluntad de su madre. Está claro que esta sensación de clausura no solo ahoga, sino que también alimenta algo peor: la envidia y, bueno, una desesperación corrosiva.

Sofía Martín

Y aquí aparece Pepe el Romano. Bueno, no literalmente, claro, porque nunca lo vemos en escena. Pero la pura mención de su nombre, uff, es como lanzar gasolina a un fuego ya ardiente. La llegada de Pepe actúa como ese tipo de catalizador que saca las emociones reprimidas a la superficie. Y lo interesante es cómo cada hija reacciona, ¿no? Especialmente Adela, quien rápidamente se convierte en la representación viva de la rebelión. Ella es joven, apasionada y honesta con lo que realmente quiere. Y en un entorno donde todo está tan mediado por el "qué dirán", eso la convierte, inevitablemente, en el choque más fuerte contra su madre.

Sofía Martín

Uno de esos momentos que de verdad cristaliza su desafío es, sin duda, cuando lleva ese vestido verde. Verde, eh. En una casa donde el negro reina como un decreto, Adela se viste de deseo, de esperanza, de, no sé, rebeldía pura. Pero la cosa no termina ahí, porque aunque sabe que Pepe tiene un compromiso con su hermana Angustias, ella sigue adelante. Hay algo profundamente humano —y también trágico— en cómo lucha con una intensidad casi desesperada por su propia libertad.

Sofía Martín

Y claro, no es solo Adela. Amelia, Martirio, Magdalena... cada una lidia con las restricciones de una manera diferente, muchas veces silenciosa, pero igualmente dolorosa. Este choque de deseos dentro del encierro deja claro cómo estas mujeres están atrapadas no solo físicamente, sino psicológicamente. Vale la pena preguntarnos, ¿cuánto de esto era un reflejo de la España de esa época? Porque, al fin y al cabo, Lorca nos habla de esas expectativas que sometían a las mujeres a un papel secundario, casi invisible, negándoles tanto amor como libertad.

Chapter 3

Símbolos y Sociedad en la España de Lorca

Sofía Martín

Hablemos ahora del simbolismo en esta obra, porque Lorca no deja nada al azar. Todo, absolutamente todo tiene un significado más profundo, como un código que espera ser descifrado. Tomemos, por ejemplo, el caballo. Dicen que representa el deseo sexual, ese impulso que las hijas de Bernarda no pueden expresar abiertamente. El caballo golpeando las paredes del establo es como una metáfora visual de todo lo que hierve dentro de esa casa. Es la pasión, la fuerza reprimida... ¿y qué pasa cuando no hay salida? Exacto, explota.

Sofía Martín

Y luego está la luna, que en el universo lorquiano tiene sus propios secretos. La luna es muerte, pero también es erotismo. Es poético, ¿no? Adela, en su última noche, se encuentra bajo esa sombra, y es como si el destino ya estuviera escrito en el cielo. Todo converge en este punto: la lucha interna entre lo que anhelas y lo que el mundo espera que seas. Y, claro, la luna está allí, testigo silenciosa de todo.

Sofía Martín

Pero Lorca no solo usa símbolos visuales; también introduce personajes que son, de algún modo, voces externas. Poncia y María Josefa, por ejemplo, son fascinantes porque traen perspectivas diferentes a este universo cerrado. Poncia, con su experiencia de vida y su rol un poco dual —ya saben, leal pero crítica de Bernarda—, personifica este choque entre clases. Y luego está María Josefa, quien con su discurso casi infantil pero cargado de verdad, dice cosas que todos callan. Quiere casarse y huir al mar. Suena loco, pero en realidad es la fantasía de escapar, de buscar libertad en un mundo que se siente como una prisión. ¿Quién no lo ha soñado alguna vez?

Sofía Martín

Y terminemos con Adela. Su acto final es tan complejo como desgarrador. Podríamos llamarlo un grito desesperado contra la opresión, o quizá un intento de reclamar una autonomía que el mundo le niega. ¿Es esperanza o rendición? A lo mejor un poco de ambos. Pero lo que es seguro es que su tragedia no es solo personal; es un eco de una sociedad que sofocó a tantas mujeres como ella. Lorca, al mostrarnos este desenlace, no solo nos cuenta una historia: nos obliga a reconocer la crueldad de un sistema. Y, al mismo tiempo, nos deja con una pregunta: ¿qué tanto hemos cambiado desde entonces?

Sofía Martín

Y con eso, terminamos esta discusión sobre La Casa de Bernarda Alba. Espero que hayan disfrutado este análisis tanto como yo al traerles estas historias y símbolos. Nos vemos la próxima vez, porque hay más mundos y más historias por descubrir juntos. ¡Hasta pronto!

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